(To Vlemma tou Odyssea, Theodoros Angelopoulos)
Este poema acabará como no te esperas
La gente cuenta estrellas por la noche
Yo cuento los ladridos de los perros
Computan las horas los aullidos las toses de amargo viejo las voces en off de la tele del país de las mentiras donde la mayoría de la gente
ya no es gente sino consigna.
Lloraba, llenaba el móvil de mocos,
eso lo sabían muy pocos.
Azoteas sin viento guardadas por colchones viejos de los que prefieren un insomnio de estrellas con el suelo cerca.
La luz de aquella farola que ha vigilado los sueños raros y las sombras desde niña.
Pasar página de una novela negra donde el asesino es quien menos te lo esperas.
No sentir ya nada porque la herida está gangrenada y sentirla no merece la pena.
Dejas que la conciencia se vaya
te vuelves marioneta a la que traen y llevan,
por tu bien, por seguir el mecanismo de la vida.
Y de repente...pum
gente-milagro diciéndote que está o ha estado ahí justo donde tú estás,
que como tú siempre se cae sobre hormigón desollándose las rodillas por el mismo sitio,
te da tiritas como padre que no te reprocha la caída
Gente-vida que sabe mirar a la muerte
que no quiere que te vayas
y te saben resucitar con libros y citas
mundos propios o ajenos
Gente-vigía
señalándote el horizonte, diciéndote
que la luz saldrá algún día hasta para nosotros.
Hasta para nosotros, fíjate.
Vale. Capitanes. Allá vamos.
(Eva García Fornet)
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