domingo, 19 de junio de 2016
19 de junio de 1916
Le sonrío, al pasar, y le sonrío,
y le sonrío inmensamente,
y su rostro que nace, fresco y oro,
me mira fijo, mas cerrado
al sonreír sereno que le doy.
Sus ojos serios y mi boca
sonreída,
se quedan solos, cuando la distancia
los borra, desprendidos, pobres,
ellos en su dureza
y ella en su ternura.
—Primaveras y ángeles, un punto,
dentro, no saben nada,
y son un cuadro de museo
esas verdadees rosas
del sueño, y ya no hay músicas
tiernas, a las estrellas. Un hastío vano
abre la boca de los niños
en el cielo.—
Soñando,
le sonrío hasta el fin de mi sonrisa,
y hasta el fin, mira el niño mi sonrisa,
serio.
(Diario de un poeta reciencasado, Juan Ramón Jiménez)
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