Pues los poetas son
pequeños animales en disturbio
con la sed en los ojos y en la
garganta amor


(Jesús Hilario Tundidor)

domingo, 26 de junio de 2016

Cuando la ciudad esté cuidada por todos y nadie la posea


(Alfonso Brezmes)


Hay un alma de sangre,
pero no nos llames clavel,
la tarde se prende del pecho
de cualquier gigante vencido,
paradigma y fe de una ciudad.

Son las seis y media de la carne
y dan ganas de llenar unos ojos con esparto,
pero no depende de ti,
nunca depende de ti.

Es verdad,
uno se reseca tan compuesto y a deshora,
oyendo cómo los buenos caminan despacio
y la prisa se nos queda siempre en la penumbra.

Que la noche sea el atardecer de otros lugares, 
no depende de ti,
nunca depende de ti, 
cuando la ciudad esté cuidada por todos
y nadie la posea.

jueves, 23 de junio de 2016

23 de junio de 1916





Este clavel , esta fuente grana de esencia, colma de su viva frescura sensual todo el color azul y oro de la tarde que, siendo azul y oro, es roja por dentro, como si tuviera alma de sangre y la transparentara el sol poniente.
Es cual si yo tuviera en mi mano, dentro del cuerpo de Sevilla, cogido su corazón. Es como si todos los corazones de sus mujeres se hubieran hecho un solo clavel, este clavel que yo tengo en mi mano, del puesto verde de la calle de las Sierpes.
Este clavel es el mundo, que se ha hecho del tamaño de un clavel, digo, de Sevilla, que está prendida, clavel único, madre de claveles, sobre el pecho izquierdo de la naturaleza.
... La tarde va cayendo, y como una mantilla negra, el anochecer viene sobre Sevilla; y la luna, roja igual que un clavel, asoma entre su nuca, fresca con el río, y el cielo hondo de su pelo.
 


(Diario de un poeta reciencasado, Juan Ramón Jiménez) 


domingo, 19 de junio de 2016

19 de junio de 1916





Le sonrío, al pasar, y le sonrío,
y le sonrío inmensamente,
y su rostro que nace, fresco y oro,
me mira fijo, mas cerrado
al sonreír sereno que le doy.

Sus ojos serios y mi boca
sonreída,
se quedan solos, cuando la distancia
los borra, desprendidos, pobres,
ellos en su dureza
y ella en su ternura.

—Primaveras y ángeles, un punto,
dentro, no saben nada,
y son un cuadro de museo
esas verdadees rosas
del sueño, y ya no hay músicas
tiernas, a las estrellas. Un hastío vano
abre la boca de los niños
en el cielo.—

                     Soñando,
le sonrío hasta el fin de mi sonrisa,
y hasta el fin, mira el niño mi sonrisa,
serio.



(Diario de un poeta reciencasado, Juan Ramón Jiménez)

miércoles, 15 de junio de 2016

Se nos queda siempre en la sombra





Noche, fabricadora de embelecos,
loca, imaginativa, quimerista,
que muestras el que en ti su bien conquista
los montes llanos y los mares secos;

habitadora de cerebros huecos,
mecánica, filósofa, alquimista,
encubridora vil, lince sin vista,
espantadiza de tres mismos ecos;

la sombra, el miedo, el mal se te atribuya,
solícita, poeta enferma, fría,
manos del bravo y pies del fugitivo.

Que vele o duerma, media vida es tuya;
si velo, te los pago con el día,
y si duermo, no siento lo que vivo.



(Lope de Vega)


sábado, 11 de junio de 2016

En fin hacia el infinito



Pronto olvidaré la vergüenza del viaje,
el rigor de los que huyen inmóviles,
moscas que vuelan hacia la influencia de tu cara,
y yo me acerco por el ojo de una cerradura,
pendiendo de un  punto muerto,
como los héroes de pies ligeros,
en fin hacia el infinito.

jueves, 9 de junio de 2016

Los Buenos Caminan Deprisa

(To Vlemma tou Odyssea, Theodoros Angelopoulos)


Este poema acabará como no te esperas
La gente cuenta estrellas por la noche
Yo cuento los ladridos de los perros
Computan las horas los aullidos las toses de amargo viejo las voces en off de la tele del país de las mentiras donde la mayoría de la gente
ya no es gente sino consigna.
Lloraba, llenaba el móvil de mocos,
eso lo sabían muy pocos.
Azoteas sin viento guardadas por colchones viejos de los que prefieren un insomnio de estrellas con el suelo cerca.
La luz de aquella farola que ha vigilado los sueños raros y las sombras desde niña.
Pasar página de una novela negra donde el asesino es quien menos te lo esperas.
No sentir ya nada porque la herida está gangrenada y sentirla no merece la pena.
Dejas que la conciencia se vaya
te vuelves marioneta a la que traen y llevan,
por tu bien, por seguir el mecanismo de la vida.
Y de repente...pum
gente-milagro diciéndote que está o ha estado ahí justo donde tú estás,
que como tú siempre se cae sobre hormigón desollándose las rodillas por el mismo sitio,
te da tiritas como padre que no te reprocha la caída
Gente-vida que sabe mirar a la muerte
que no quiere que te vayas
y te saben resucitar con libros y citas
mundos propios o ajenos
Gente-vigía
señalándote el horizonte, diciéndote
que la luz saldrá algún día hasta para nosotros.
Hasta para nosotros, fíjate.
Vale. Capitanes. Allá vamos.


 

(Eva García Fornet)