Pues los poetas son
pequeños animales en disturbio
con la sed en los ojos y en la
garganta amor


(Jesús Hilario Tundidor)

sábado, 18 de mayo de 2013

M.M.



Si me dices por qué el pantano
parece infranqueable, entonces te
diré por qué pienso que
puedo atravesarlo si lo intento.





Un abril con Marianne Moore da para mucho. La edición de Lumen de su Poesía Completa (2010) resulta un documento definitivo para entender la literatura contemporánea, más allá del discutible valor poético de su obra.
La "biografía literaria" de la estadounidense, de la que únicamente conocía los célebres Collected Poems (1935), me ha parecido tan irregular como absorbente. Porque, por encima de compañeros de generación como Eliot o Plath, su participación en la ruptura del canon poético del siglo XIX y la constitución de uno nuevo que dominó el XX parece la más definitoria a su vez para el XXI. Todo está en sus páginas: el fragmentarismo, la intertextualidad, la "antisentimentalidad"... Exceptuando el estilo descriptivo, los rasgos de la poesía actual son los mismos .
La discontinuidad discursiva, el primero y más visible en casi la totalidad de sus textos. ¿Podría haber predicho la escritora el mundo actual, esa sobresaturación cognitiva de la era Google? Cualquiera que lea el poema "Elegir con esmero", por mentar un ejemplo entre decenas, pensaría que se trata de algo escrito en pleno 2013, "a golpe de intro" (expresión ahora muy de moda), fruto de un yo poético fragmentado en caminos imprevisibles de una estrofa a la siguiente: cómo hablar bajo un mismo poema de un caballo llamado Tom Fool, de Madame Boufflers o de Fats Waller.
La manera de citar no esconde sus influencias, o más bien la complaciencia con sus obsesiones, integrándolas en su obra con resultados dispares. En el extenso "Matrimonio" practicamente compone medio poema mediante un "corta y pega" de frases ajenas sabiamente recicladas para la ocasión. El eclecticismo de las mismas conecta con el anterior rasgo y hace de su técnica compositiva un claro antecedente del post-modernismo. Una revitalización aglutinante que ha llegado a los extremos iconoclastas actuales.
El rechazo a la poesía amorosa, llevada a cabo por los modernistas norteamericanos, fue una manera de oponerse a la tradición del siglo anterior. Y parece que esa vertiente se ha revitalizado en las últimas dos décadas (aquí, por oposición a la "otra sentimentalidad" de los 80 y como reivindicación de los "novísimos"). Si no se rechaza hablar de amor, al menos la emoción no se hace explícita, no se plasma de un modo convencional/visible. El sentimentalismo queda atrás.
Otro de los rasgos a destacar sería su "falta de respeto" por las fronteras de género. Utiliza para ello ritmos prosaicos, incluye cualquier tipo de lenguaje, da forma a unas estrofas peculiares y su ojo científico provoca que un buen número de composiciones se asemejen a breves ensayos de rimas ocultas ("El búfalo").

En definitiva, los vicios y virtudes de la tardo-modernidad empezaron aquí. La cibercultura y la hiperliteratura son una evolución lógica del arte de Moore. Ese concepto de la obra como un producto no cerrado creo que la convierte en la poetisa más influyente de nuestra época. Podría reflexionarse en cuanto a lo positivo de esto, mi posición demuestra reticencia a confiar en la utilidad actual de un principio poético que se limita a lo estético y basa su rupturismo en la irregularidad y lo referencial. Quizá sean estos los únicos principios que la poesía puede ofrecernos ya realmente.
Pero lo que quiero rescatar de la protagonista de esta entrada es la virtud de no adherirse a vías delimitadas, pese a ser considerada tradicionalmente por la historia literaria como militante de un grupo concreto.
Hizo lo que quiso durante un periodo de los EEUU sumamente condicionante para cualquier escritor. Soportó la crítica feminista anclada en la tradición e incluso la más formalmente modernista, que le recriminaba una falta de impostura a la que ella contestó con oídos sordos.
La obra de M.M. puede tacharse de poco comprometida o poco conmovedora, pero no hay vanidad tras su discurso, sólo la sinceridad de quien rehusa circunscribirse a unos vértices pétreos porque se sabe capaz de construir un mundo propio.




1 comentario:

José Luis Martínez Clares dijo...

No la he leído pero la identifico perfectamente a través de sus postulados. Un abrazo, amigo Rafael