Pues los poetas son
pequeños animales en disturbio
con la sed en los ojos y en la
garganta amor


(Jesús Hilario Tundidor)

domingo, 3 de noviembre de 2013

El Día Que Lou Reed Murió







Fue el domingo que encontré
aquella caja de música
con una bailarina sin cabeza en su centro.
Giraba y deshacía el ovillo
de los estómagos robados,
bordeaba la boca de nuestro cielo vacío.
Eramos estrellas de hielo
mudando de clave entre cuatro tabiques.

Venus en piel de marta
huyó del nítrico sonido de ese juguete;
el arco de su viola le bastó
para serrar la pata de la cama.
Tú te abriste el cárdigan
y me mostraste la muerte.

El día que Lou Reed murió
probamos la heroína roja del jaguar.
Por sentirme la vida
elegí una parábola yerma.


5 comentarios:

María José Collado dijo...

Un músico controvertido, ambiguo. Un homenaje tu poema donde se sierra un trozo de la música y, sin
embargo,flota entre tus versos, permanece. Buen poema. Un abrazo.

José Valle Valdés dijo...

El poema me resulta muy bien logrado, amigo.

Abrazo

Unknown dijo...

Hola,

soy un autor novel que acaba de publicar su primera novela "EL AMIGO ESPAÑOL".
Aquí te dejo la URL dedicada a la novela:

http://elamigoespanol.blogspot.com.es/

también estamos en Facebook:

https://www.facebook.com/elamigoespanol

Creo que podría resultarte interesante el argumento.
Si quieres más info, dime y podemos entablar una colaboración.

Hasta pronto ;))

José Luis Martínez Clares dijo...

Un día que merece un poema como éste. Abrazos.

Unknown dijo...

Vuela el sentimiento aquí, felicidades por el poema¡

Un beso.