Me siento junto a la ventana. Los días que se perdieron no serán devueltos.
Los militares tienen prisa
como las estrellas.
Los hombros ascienden de graduación,
sus mangas ascienden,
no sus corazones.
Enciendo la radio del cielo,
apago el viento.
Habrá mucha rutina
y pocas lágrimas,
la puerta de mi casa es
la hija menor de la puerta del cielo.
Quiero continuar
sentado entre dos sillas sobre la buena tierra,
quiero vivir entre mi apellido y mi nombre,
quiero vivir entre mi apellido y mi nombre
y no ser de ninguno de ellos.
Lo que nos entristece se queda con nosotros,
tiene nombres como las calles,
sólo las cosas alegres
siguen adelante
sin nombre.
(Yehuda Amijai)
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