viernes, 4 de mayo de 2012
La Fábula Del Reflejo
Un príncipe muy rico y aficionado a las artes se propuso decorar dos paredes opuestas de una de las salas de su palacio. Encargó a un pintor chino y a un japonés la ejecución de cada una de ellas prometiendo al que mejor resultado consiguiera una importante recompensa. Cuando consideró que el tiempo transcurrido habría permitido avanzar considerablemente las obras, se presentó ante los pintores para apreciar el resultado de sus respectivas obras y observó que, mientras que el chino estaba a punto de finalizar su trabajo, el griego estaba ocioso ante su pared cubierta de un paño opaco. A él se dirigió el príncipe: "y tú, ¿cuándo lo terminas?". "Cuando lo finalice mi colega", le contestó. El príncipe le comunicó al artista chino: "Cuando termines, me avisas". No tardó este pintor en hacerle llegar la noticia del final de su obra. El príncipe y su corte acudieron a la sala donde la obra del chino despertó una admiración unánime, y un entusiasmo tal que no dudaron en la imposibilidad para el griego de mejorarla. Pero cuando el griego descubrió su pintura el entusiasmo de los visitantes fue aún superior. Y le atribuyeron la palma de la victoria.
Sin embargo, el griego se había limitado a colocar un espejo en la pared que le correspondía. El resultado fue que provocó una mayor adhesión de los espectadores a su obra porque sumó al virtuosismo de su competidor la posibilidad para su público de verse reflejado e inmerso en su obra.
(Michel Tournier)
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