Estoy cansado de la Movida Madrileña. Y ese hartazgo se consumó el pasado miércoles al volver a ver otro documental (y van...) sobre el supuesto mayor acontecimiento cultural de la historia reciente en este pais de cuyo nombre no quiero acordarme. Una producción veladamente propagandística del ministerio de cultura que sigue poniendo de manifiesto el impuesto centralismo dominante. Madrid como capital del Reino deviene ya demasiado rancio, demasiado habitual.
Todo lo surgido durante ese agitado lustro (1979-1984), desde la política (la transición, la nueva democracia) hasta buena parte del arte (la poesía de Leopoldo M. Panero, el cine de Zulueta, la moda de Ruiz de la Prada) fue, es y será ensalzado y mitificado. En el aspecto musical, el grueso de la MM, no se inventó nada que no se hubiera visto en los 60 o 70, sino una ¿evolución? lógica, resultado de la nueva perspectiva social. A rasgos generales, los 90 son poco deudores de aquellos grupos, sólo el pop más reciente (e insulso) reivindica su influencia.
Alaska define con sinceridad en uno de los pocos atisbos de autocrítica el contexto del movimiento. Ni recuerdo las palabras exactas ni pienso volver a revisar la fuente. Puede resumirse en que llevábamos casi 40 años reprimidos, y cuando eso pasa es fácil tragarse cualquier cosa que no recuerde al pasado. Un pueblo en su adolescencia por fin cobrada ávido de modernidad a cualquier precio, eso eramos. Resulta pues comprensible la explosión de luz y color que supuso esta nueva ola, pero analizándola friamente, su calidad artística queda muy por debajo de la de escenas como la Nova Cançó, el rock andaluz o el fenómeno indie. ¿Cuántos discos de la MM han resistido el paso de las modas, mantienen una auténtica vigencia atemporal? Dentro de X décadas
Mediterráneo de Serrat o
El Patio de Triana seguirán sonando tan frescos y a la vez tan clásicos como en 1971 y 1975 respectivamente. Ahí reside la grandeza de la música, bajo mi humilde punto de vista.
Tibu, quizás el último gran mánager del rock español, cuenta en una entrevista a Rolling Stone de septiembre de 2009 que (y ahora sí cito textualmente)
"entonces llegó una generación que dijo hasta aquí. No tenían miedo a la represión (...) Se liberaron de prejuicios. No hacía falta tocar de puta madre, sino tener un concepto y canciones." Con todos mis respetos, generaciones anteriores habían dicho "hasta aquí", sólo que la de la MM pudo gritarlo sin miedo a la Gandula. En 1967 Los Bravos ya decían en
Los chicos con las chicas:
"Los viejos pararán/se modernizarán / la edad de piedra ya pasó..." ¿Acaso cantar
Voy a ser mamá en 1983 resulta tan contestatario como cantar
L´Estaca en 1968? De nuevo morar bajo la capital del Reino marca las diferencias.
Quiero quedarme con la última frase de Tibu, síntesis de la banalización del Punk y el Post-Punk inglés (The Damned, Siouxsie & The Banshees, Adam And The Ants, The Specials), inspiración por antonomasia para Parálisis Permanente, Gabinete Caligari, Alaska y Los Pegamoides, los primeros Radio Futura y un largo etcétera. Pero el Punk sin un contenido y actitud con firme conocimiento de causa pierde su valor, se convierte en mera estética, y eso por desgracia era el caso de muchas bandas. Por otra parte, las rescatables cayeron en la propia incoherencia de su filosofía al preocuparse por la profesionalización de su actividad, ensuciando el término contracultura.
Con el transcurso de los años la Movida Madrileña quedará en el lugar que realmente merece, libre de la excesiva repercusión mediática que de manera crónica la acompaña.
http://www.goear.com/listen/9ad1f98/este-madrid-leno