Sólo a aquel que desprecia la felicidad llega el conocimiento.
(G.T.)
Georg Trakl (1887-1914) cumple a pies juntillas con el perfil de artista maldito: existencia lúgubre plasmada en su obra, adicciones varias y por supuesto, suicidio a una edad temprana. Así que tampoco esperaba algo precisamente vitalista. Lo que no podía esperar era que apenas dos semanas después de empezar sus Obras Completas (Ed. Trotta), tuviera que dejarlas por agotamiento emocional.
El idioma anglosajón tiene un término de singular sinonimia que resulta el más acertado para calificar la poesía del escritor austriaco: "disgusting". La atmósfera decadente en la que están situadas todas las composiciones ("negras callejas", "negros bosques") está trazada con precisión de cirujano, similares a un mal sueño de verano donde "su amor es pasión de muerte" (José Luis Reina Palazón). Y el lector, insolente espectador de un mundo donde Hölderlin y Poe parecerían autores de comedia.
Me extraña que Léo Ferré no versionara alguno de estos poemas con su natural gravedad. Tal vez le ocurrió lo mismo que a mí y no soportó tanto patetismo. No siempre los hombres tristes están preparados para otra tristeza ajena a la suya.