Dije jazmín cuando debí
decir manos, y lástima
cuando justicia, y gloria
cuando dolor o vida.
Como la caña sobre el río
se inclinaron mis páginas al aire corredor,
defendí o silencié cuanto mantienen
los espejos del oro, me acosté
con la pureza y con la moda,
dormí sobre un estilo reconociblemente mío,
cautela, ingenio, fórmula, negada
sed de renombre, trabajaron
mi voz, logré
sabias maneras de interesar,
de estar a muchos, no
indisponerme con lo que ya hacía
o con lo que yo era
y no ardí nunca entero en mis palabras
ni he dejado de acariciarlas
como aquel que se sienta sobre sus propias heces.
Creyéndome en carrera de caballos
corrí para ganar, mirando siempre
a los demás, midiendo.
Pero en esta hora última
me han dejado mis gracias verbales, amigos.
Mi innegable destreza y mi extraña ternura
poco alivio me arriman. Ya veo que me voy
sin poner planta, sin haber venido.
(Fernando Quiñones)
2 comentarios:
Tan próximo. Tan inusual. Abrazos
Un atisbo de adiós el de Quiñones.
Anímate y pasa con nosotros un rato el día 8, más tarde, posiblemente, los desperdicios nublarán el horizonte.
Un saludo.
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