Los compositores pasan desapercibidos para el gran público, suelen delegar la gloria a los intérpretes, a menudo más guapos y más simpáticos. Fotogénicos o no, nadie sabe lo difícil que es componer una (buena) canción y todo lo que lleva tras de sí. Y si hablamos de hacerlo hace 50 años el mérito se agiganta. La única vez que me atreví a subir al escenario de un karaoke yo todavía no era consciente de esto, quizás entonces la hubiese cantado mejor.
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