jueves, 5 de mayo de 2011
Eternamente Burlados
Bin Laden is deceased, o eso dicen. Resulta difícil recordar tal esceptismo desde la desaparición del santísimo Jacko. No voy a entrar a dilucidar si realmente está muerto o está tomando cañas, pero indudablemente Obama necesitaba una medalla así en su pecho, tañido congénito en cualquier presidente norteamericano que se precie. Seguidamente un servil aplauso de la mayoría de líderes políticos, incluido Zapatero, cuya declarada oposición a la pena de muerte no le ha impedido dar la enhorabuena por la consumación de una deuda de sangre. Y el año que viene la más que segura reelección del premio nobel de la paz. Porque la historia es una eterna venganza sumida en el plumaje de las águilas.
En dos semanas concurrirán elecciones municipales y siempre me he preguntado hasta dónde pueden llegar las consecuencias de depositar un sobre en una urna de cristal. Irónicamente Al-Qaeda nos ha enseñado la cruda responsabilidad de un voto, funestamente han mostrado la cara más oscura de la democracia. Apoyamos a líderes y nos sentimos importantes, orgullosos de ser "ciudadanos libres", pero la triste verdad es que vemos como sólo sirve para articular una guerra o llevarnos a la más honda depresión económica. Nunca ejercemos nuestro derecho al sufragio para ver como se fomentan planes positivos de desarrollo social o impulso económico. Comprobamos nuestro poder cívico a golpe de muerte, casi siempre un día 11.
Desprecio a G.W.Bush y a J.M.Aznar por su rutilante condición de criminales bélicos, ¿pero acaso quien optó por sus respectivos partidos en las elecciones del año 2000 podría adivinar que ellos mismos acabarían resultando cómplices de fuego? Al igual que miles de inocentes en Irak, ¿merecían morir 191 personas en Madrid? Conozco a muchos estadounidenses que hace 3 años necesitaban un golpe de fe y sucumbieron al "Yes, We Can" y a todo ese burdo sucedáneo de Martin Luther King. Lo confieso, en parte yo también caí en el espejismo. Y lo más inquietante sobreviene al pensar en las consecuencias que pueda conllevar la noticia de la semana para ellos, para nosotros, los eternamente burlados.
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